Hitsuji no Uta | 羊のうた

Una tormentosa enfermedad,
imposible de pronosticar,
aflige y mortifica
dos corazones puros.
Hermano y hermana luchan
contra la tristeza y la angustia
en vano. El estigma impuesto
jamás será devuelto.
La ilusión de la juventud
se desvanece
cual flores de cerezo marchitas
durante el crudo invierno.
Al pie del árbol,
que en primavera florece
y cobra vida, se esconden
y aglutinan deprimentes,
dolorosos y perdidos recuerdos.
Corazones rotos
que no sienten ni padecen
asimilan y expían mejor
su sentimiento de culpabilidad.
Al final, la maldición
se cobra su precio
en el dolor de los difuntos,
el sufrimiento de los amantes,
la amargura de los allegados y
la tristeza de los amigos.

La familia Takeshiro siempre ha vivido atormentada por el peso de una maldición, de generación en generación miembros de la misma no han soportado la dura prueba que les impone el destino y se quitan la vida. Kazuna y Chizuna padecen una extraña afección, que los obliga a vivir aislados y retirados del resto de la sociedad. Se desvinculan y distancian del mundo y alejan a sus familiares y amigos para evitarles padecimientos innecesarios. Se encierran en su interior para fortalecer su voluntad y establecen una confianza mutua que los ayuda a sobrevivir. Pero… al igual que los humanos necesitan alimentos para mantenerse con vida, los vampiros necesitan sangre para fortalecerse; el cuerpo humano tiene un límite, a veces, el que cada uno le quiera imponer, la vida expira cuando éste dice basta.
Una historia que gira envuelta en un entorno melancólico y desesperante, un ambiente apagado, gris y oscuro, entre un mar de infinitas penurias. Una luz sombría e imprecisa para desarrollar unos acontecimientos desgarradores. Un dibujo que transmite pureza e inocencia, unos primeros planos demoledores. Personajes complejos, honestos, virtuosos, pálidos… dotados de humanidad; pero, al mismo tiempo, fríos, lacónicos, solitarios,… abrumados por sus aflicciones.
La música es un conglomerado de melodías mortificantes, mustias y abrumadoras, que encajan con la atmósfera depresiva de la animación. El ending, Destiny ~Shukumei~ de Hayashibara Megumi y Seki Tomokazu, es una maravilla, para degustar.

Opiniones hay y habrá, pero merece la pena ver este trabajo, deja marca.

Nota: 9’75/10