martes, febrero 14, 2006

Witch Hunter Robin | ウィッチハンターロビン




Siempre he sentido especial atracción y predilección por los temas de la magia y el esoterismo. Quizá porque es una de esas cosas que aún caminan entre la realidad y la fantasía o el mito, aunque haya muchos documentos que acrediten su autenticidad. El argumento de Witch Hunter Robin nos adentra en el mundo de la brujería, pero de un modo menos convencional al acostumbrado.


En el siglo XXI una organización secreta conocida como “Solomon”, ante la proliferación de ciertos sucesos sobrenaturales, relacionados con la brujería, se dedica a dar caza a aquellos brujos con habilidades innatas que o bien no son capaces de controlar su poder, o bien hace un uso desmesurable y para beneficio personal de el.

A la STN-J (una delegación de “Solomon” en Japón) llega una chica, con sorprendentes habilidades sin pulir, de 15 años entrenada por uno de los regentes con mayor peso en la Iglesia Católica, el Padre Iuliano Colegui. En principio, Robin es enviada como espía para introducirse dentro del grupo de cazadores japonés y ganarse su confianza. Pero con el tiempo, las dudas, los temores y el propio incremento de su poder, la llevarán a replantearse su cometido inicial.

Los cazadores se dedican a exterminar a los brujos con un desconocido producto conocido como Orbo, un líquido verde que portan tanto en las balas de sus pistolas como en unos pequeños frascos que llevan colgados al cuello para hacer frente a las habilidades de los brujos; Robin, sin embargo, emplea el Craft, una variante poderosa de sus extraordinarios poderes de bruja, a través del cual puede canalizar una enorme cantidad de energía, lanzándola como arma para consumir a sus enemigos.


Toda la serie se desarrolla bajo un ambiente y una atmósfera lúgubre y sombría, que combinados al ritmo pausado y ralentizado de la acción convierte a este trabajo en un fenómeno curioso dentro de la animación japonesa. Pocas veces encuentras títulos en los que destaque por encima de todo la historia y un entorno tan opresivo, más que los propios personajes. Aunque no se puede obviar que la evolución de la protagonista es uno de los elementos más interesantes de la misma. Su carácter adusto, reservado y distante, superará distintas etapas propias de la juventud, como la inocencia, la desconfianza, la inseguridad y la inmadurez, para sortear los diferentes obstáculos que aparecen en su camino y perfeccionar su técnica hasta límites insospechados. Aunque no es la única que despierta atractivo e interés, el carácter misterioso y enigmático de Amon también juega un papel fundamental a la hora de añadir alicientes a la serie. El resto de personajes principales es toda una amalgama de personalidades, eso sí, muy bien caracterizados. La alegre, risueña, perezosa e impertinente Doujima; el friki de la informática Michael; la psíquica Miho; el impetuoso e intrépido Sakaki; o el típico jefe gruñón y coñazo Zaizen.

Ni la animación ni el diseño son originales, admirables o espectaculares, pero por así decirlo le proporcionan firmeza y carácter al dibujo y dotan de madurez a la serie. Lo mismo la música, un acompañamiento apropiado para el discurrir de la acción y el ambiente de intriga y ocultismo que envuelve a la misma.

Por cierto, he omitido hablar abiertamente del final, fundamentalmente, por dos motivos: el primero, aunque me parece muy sugestivo lo encuentro un recurso muy oportunista y recurrente en el género del suspense; el segundo, porqué así tenéis una razón más para verla y llegar hasta el final :P

Nota: 7'8/10