domingo, abril 30, 2006

A Punta De Espada

  • Título Original: Swordspoint: A Melodrama of Manners
  • Autor: Ellen Kushner (--/--)
  • Traductor: Manuel de Reyes
  • Precio: 17'95 €
  • Año: 1987
  • Páginas: 280
  • Editorial: Bibliópolis Fantástica
  • ISBN: 84-96173-38-0

La Estocada Mortal

Los bajos fondos de una ciudad sin nombre son conocidos como la Ribera, hogar de pordioseros, maleantes, rufianes y... espadachines. La parte alta de la misma innominada ciudad es conocida como la Colina, habitáculo para toda suerte de emperifollados, engatusadores y manipuladores nobles y aristócratas. Unos y otros sólo cruzan la línea divisoria que establece un puente perdido en la penumbra de la noche para saldar cuentas, los segundos acuden en busca de los espadachines para resolver rencillas en lícitos duelos establecidos y regulados bajo contrato. El mejor en estas lides es Richard De Vier, pero sus servicios se pagan caros y su caprichoso y desconfiado carácter sólo le permite aceptar aquellos casos con ciertas garantías y seguridades.

Los unos se jactan de manejar las palabras e imponer las leyes, los otros de dominar y ajusticiar, bajo el consentimiento de los primeros, con el filo de la hoja de su espada, pero... ¿dónde reside el verdadero honor? ¿Quién ejerce una mayor influencia sobre las maquinaciones de la sociedad?


Galantería, finura, pomposidad... arte, rudeza, muerte...

Podría reinventar una frase ingeniosa y magnética para ensalzar esta absorbente novela, pero recurriré a la cita escogida para la portada del libro, del maestro de la truculencia de la literatura fantástica George R. R. Martin, que capta brillantemente en dos líneas la esencia que desprende la lectura del mismo:

Comienza con una única gota de sangre sobre un campo de nieve recién caída: es un comienzo maravilloso, y a partir de ahí el libro no hace sino mejorar.

El primer libro de esta locutora de radio, Ellen Kushner, es una novela coral con infinidad de diálogos, tanto más fácil de digerir por su fluida narración como por su aviesa y pérfida historia. Sin entrar en excesivas y engorrosas descripciones y ofreciendo los detalles más significativos y elocuentes para el desarrollo de la acción y las relaciones entre los personajes; consigue transmitir con suficiente acierto la necesaria crudeza para los momentos sombríos, la afectación para los instantes emotivos, la ironía para los diálogos punzantes, la aflicción para las secuencias desoladoras y, como no podía ser de otra forma, la lujuria para los momentos ardorosos. Su único lunar es la falta de desarrollo, definición y contundencia a la hora de elaborar el guión, compensado de alguna forma con la practicidad y funcionalidad de su estilo narrativo.

Un mundo de contrastes y negaciones, opuestos que se atraen irreversiblemente, desaires amorosos e intrigas conspiratorias que acaban en tragedia, destrucción y beatitud. Un protagonista, Richard De Vier, bisexual, contradictorio, carismático, prudente pero instintivo; al traste con las típicas relaciones caballerescas con mujeres bisoñas, hermosas y elegantes, se lleva y enaltece el rollo bujarrón, aunque sin entrar en escabrosos pormenores. La pareja sentimental, Alec, que ofrece la contrarréplica: dubitativo, ácido, provocador, impetuoso, mortificante y autodestructivo. El resto del elenco contribuye al enardecimiento e inflamación del relato, así como al tempestuoso devenir de los sucesos.

Se aleja de la fantasía, que no de la ficción, en su planteamiento ambiental y escénico, tomando referencias de la época medieval decimonónica; en la población establecida en diferentes y marcadas clases y estratos; y en el retrato sociopolítico, que bien podría ajustarse a las conjuras e intrigas palaciegas de cualquier época feudal, al igual que el camorrismo y vandalismo de los infestados y deprimentes suburbios.

Como colofón añade dos últimas entradas, relatos cortos, continuación de la historia principal. Como secuelas aportan un poco más de contenido sobre el discurrir de la vida del protagonista, con una mayor dureza, tormento y dramatismo en el segundo de ellos, “La muerte del Duque”. El otro título atiende a "El Espadachín cuyo Nombre no era Muerte".